jueves, 8 de abril de 2010

Un Método Exterior



En nuestras vidas nos guiamos por una cultura, un ambiente, un habito o costumbres las cuales se instalan en nosotros como patrones que seguimos, son conductas ya predispuestas a situaciones que van surgiendo en el día, sin darnos cuenta que algunas afectan a los seres con los que nos relacionamos, así como nos afecta a nosotros mismos y el entorno.

Nosotros poco a poco incorporamos todos estos hábitos y características, considerándolas propias o naturales, creemos ser como somos, sin darnos cuentas que somos como hemos sido formados.

ese darnos cuenta es un paso fundamental donde reconocemos que vivimos bajo un patrón de conductas el cual condiciona y determina nuestro desenvolvimiento individual y social.

Ya al darnos cuenta, abrimos una puerta hacia un mundo nuevo de distintas formas de expresiones, donde al aceptar que no solo lo que creo que hago o digo es lo correcto, si no que me doy la oportunidad de conocer otro ambiente otra comunicación, nuestro desenvolvimiento se expande poco a poco logrando penetrar cada parte de otros seres, y ese método exterior, se vuelve de individual a grupal, donde no solo sobresalen mis costumbres o conductas si no la de cada uno que nos rodea siendo así universales.

A través de una meditación diaria, una oración, nos hacemos mas conscientes del mundo que nos rodea, de la diversidad de seres o formas que nos enseñan algo nuevo día a día, ese es el método, ser parte de ese mundo y darle la oportunidad a lo Divino que se exprese en nosotros


1 comentario:

Alma dijo...

Me quedo con: darle la oportunidad a lo Divino.

Un meditación, por cortita que sea, una oración salida desde el corazón,te hacen dar cuenta de la diversidad de seres que existen a tu alrededor y nadie es igual a ti, por eso las reacciones de cada uno son diferentes, y ahí está el respeto, para con los demás, porque todo forma parte de Dios, ámalo, aunque hayan seres que cuestan, porque en tu ejemplo y en lo Divino de los demás, está ese cielo que ya empieza a latir en la Tierra, prometido por el Padre.