lunes, 7 de diciembre de 2009

Recordar





Recordar es un acto mental que implica registrar y validar lo que percibimos de nuestro entorno. Sin esta acción no podríamos vivir de una manera proactiva dentro de una comunidad, así como tampoco relacionarnos efectivamente con otros seres humanos.

Dentro de nuestro camino, forma parte de las 10 palabras del desenvolvimiento espiritual, las cuales son; Callar, Escuchar, Recordar, Comprender, Saber, Querer, Osar, Juzgar, Olvidar y Transmutar. Juntas forman una ascética que promueve nuestro desenvolvimiento.

El recordar llevado a nuestro proceso de desenvolvimiento espiritual, toma un carácter esencial, ya que las experiencias vividas, conocimientos adquiridos, relaciones establecidas, compromisos, deberes, derechos, alegrías, tristezas, emociones, nostalgias, etc, son el terreno en el cual tenemos que trabajar con esmero cada día para lograr ese anhelo de vida.

Definitivamente el recordar viene ligado al comprender, porque para comprender algo se necesita recordar. Nuestro estado de conciencia, nuestra personalidad actúa filtrando la información que nos llega, dejando solo lo que nos gusta o conviene, quedándose grabado solo pedazos de todo lo que nos ofrece el universo.

Otra palabra involucrada en el proceso de recordar es el atender. Con la atención registramos información y datos, después la memoria nos lleva a recordarlos, ahora de nuestra actitud dependerá el hacerla útil para nuestro desarrollo como individuos. El atender implica interés y el interés se relaciona con el querer y este a la vez con el amor. Por eso al atender a quienes nos rodean y lo que nos rodea con un interés genuino, implícitamente estamos manifestando amor al mundo lo cual es nuestra misión fundamental como hijos de la Divina Madre.

Cada experiencia que estemos viviendo, es importante que la relacionemos con nuestro pasado, para estar en mejores condiciones de comprenderla y así ubicarla en un contexto adecuado que nos permita obtener lo mejor de esa experiencia de cara a un futuro mejor. Es bien conocido que nada ocurre porque si, sin causas generadas antes, así como podemos comprender que lo que hemos hecho en el pasado nos ha conducido a lo que somos ahora, no es difícil inferir lo que nos espera si seguimos con la misma conducta y los mismos criterios. Podemos decir que el futuro no es totalmente impredecible.

Ahora recordando y analizando el camino andado, revisando con atención nuestros comportamientos y decisiones, podemos comprender y aprender de nosotros mismos, y así con total convencimiento emprender cambios en nuestra vida que nos acerquen día a día a nuestro anhelo de unión con la Divina Madre.

Discerniendo sobre nuestra historia y sobre la historia de otros seres que nos hayan brindado un ejemplo de vida, podremos despejar muchas dudas sobre nuestra verdadera vocación, lo cual conlleva a que nuestras decisiones actuales y futuras tengan un sentido más trascendente en beneficio de la humanidad.